domingo, 23 de febrero de 2014

Relaciones

¿Por qué cuesta tanto hacerse cargo de lo que pasa a nuestro alrededor? ¿Por qué cuesta tanto no preguntar y quedarnos en suposiciones? ¿Qué es lo que nos lleva a quedarnos callados y a no obsequiar el beneficio de la duda? ¿Cuántas veces tomamos decisiones apresuradas por aquellas conversaciones que solo ocurren en nuestra cabeza enojada y/o en nuestro corazón dolido? ¿Cuántas veces cerramos la puerta para que la verdad no nos golpee? ¿Cuántas veces el orgullo nos nubla la mirada y sólo vemos los supuestos errores de los demás? ¿Y qué hay con los nuestros? Equivocarse es humano y no por eso debemos vivir pidiendo perdón. Sí debemos escuchar la otra campana, porque en la mayoría de los casos creemos ser dueños de una verdad ficticia, de una realidad que nos inventamos cuando sucesivamente las cosas no salen como las planeamos, de un día a día virtual y egoísta. No todo gira sobre nosotros. ¿Cuándo vamos a empezar a mirar hacia el que tenemos al lado, hacia aquél que llamamos amigo? ¿Cuándo vamos a entender que al otro no lo podemos cambiar?. O lo aceptamos como es, o le dejamos la puerta abierta para que corra libre. Así son las relaciones, un ida y vuelta de confianza y libertad. No podemos exigir que el otro sea como a nosotros se nos canta. Sí podemos ceder, equitativamente, en ciertas cosas; pero ¿cambiar? ¿Por qué? ¿Por quien?
¿Qué hay con dar para recibir? Uno da y es como es porque así es su esencia, no espera lo mismo del otro lado. No es un intercambio. La mayoría de las veces se obtiene la misma recompensa, pero cuando no pasa no hay que enojarse ni pretender que el otro sea como uno. Todos somos diferentes y todos tenemos pros y contras. Nadie es perfecto.
A veces cuando estamos atravesando un mal momento creemos contar con quienes están más cerca nuestro, pero no siempre sucede; y no por eso nos tenemos que enojar. Nos puede doler y mucho, pero enojarnos solo lleva al resentimiento, a callar y no poder olvidar, y como el otro actúa no es algo que nos compete a nosotros. Sí, nos puede doler y mucho, y seguro vamos a aprender de esa adversidad; pero cada uno es como es, y no porque al otro no le guste, tiene que cambiar. Como tampoco cambiamos nuestra esencia por las huellas borrosas que otros dejan en nuestro camino. Hay que seguir más allá de quien este a tu lado o no. Somos seres únicos, tenemos esencia propia y vivimos el día apoyándonos, riéndonos, llorando y acompañándonos, a veces solo en las buenas, y a veces también en las malas; y el aprendizaje que viene con cada momento es el que nos va a llevar a elegir con quienes solo pasaremos un rato agradable y con quienes contaremos para los momentos más importantes de nuestras vidas.
Dejemos los egoísmos, la inmadurez y los rencores sin sentido para otra vida. Disfrutemos lo que tenemos y agradezcamos por ello. Seamos libres y dejemos que el otro también lo sea. Aprendamos a no criticar, y sí igual vas a hacerlo, ¿Qué tal si primero no te miras por dentro?. No busques cómplices que amparen el veneno que llevas en las entrañas y no te animas a enfrentar. Hablando todo se puede solucionar. No lleves tu vida a una guerra incomprensible.
Salta, canta, baila, reí, divertite y llorá. Pero hacelo desde el corazón que te late, no desde la victimez que solo vos crias.
Es simple y es claro. Todas nuestras relaciones tiene un por qué en nuestro camino; seguirlo andando con dedicación y de la mejor forma posible es nuestro objetivo; vamos a encontrar barreras y muchas tormentas, pero de seguro vamos a llegar a nuestro destino para cuando salga el sol.
Viví el hoy, mañana puede ser demasiado tarde.

1 comentario:

  1. hermoso y como bien decis las personas llegan por algo , pero tambien los mensajes , y este llego en un momento justo =)

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